Agencia Reforma
El ejercicio es salud... siempre y cuando se haga de una forma consciente y bajo un plan de entrenamiento acorde a las capacidades físicas de cada individuo. Pero, si se realiza a alta intensidad y sin la guía correcta, puede incluso ser dañino.
Una de las consecuencias de hacer actividad física en exceso es el llamado estrés oxidativo, un desequilibrio entre los antioxidantes y las especies reactivas de oxígeno, que son reguladores intracelulares del organismo.
Aunado a estos procesos metabólicos están factores como la edad, padecer enfermedades crónico-degenerativas y hasta la contaminación ambiental a la que estamos expuestos permanentemente para que el estrés oxidativo se manifieste de forma adversa.
“Podemos llegar a una condición que se llama precondicionamiento de estrés oxidativo, que es cuando se produce una gran cantidad de radicales libres. Entonces, hay que tener mucho cuidado con personas que realizan ejercicio y tienen enfermedades crónico-degenerativas o el consumo de antioxidantes.
“Cuando se producen muchos radicales de oxígeno, éste puede oxidar biomoléculas y este daño puede ser directamente al ADN; por ejemplo, condiciona procesos de envejecimiento, a biomoléculas como lípidos y proteínas, que propician que se desnaturalicen”, advierte la especialista en Medicina del Deporte, Liliana Gutiérrez.
Hay diferencias
Cuando una persona está en esta condición de estrés oxidativo puede experimentar síntomas que podrían confundirse con otros procesos en el organismo.
“La manifestación del proceso oxidativo puede ser dolor muscular general, pero más bien son manifestaciones sistémicas, por ejemplo el envejecimiento progresivo, la resistencia a la insulina puede llevar a diabetes. El estrés oxidativo es el generador y agrava muchas patologías, en el caso del rendimiento físico o el ejercicio, el síntoma más importante es la fatiga muscular".
Una paradoja
Paradójicamente, el ejercicio también es un gran aliado para combatir esta condición biomolecular en el organismo: “El ejercicio produce enzimas contrarreguladoras o antioxidantes que neutralizan los radicales libres. El ejercicio en sí es un antioxidante muy potente”, asevera la doctora en Alto Rendimiento.
“La prescripción del ejercicio adecuado permite llevar a un equilibrio. Por ejemplo, a una persona obesa hay que guiarla a un proceso de betaoxidación para que pueda ocupar a las grasas como fuente de energía y así poder activar hormonas contrarreguladoras que lleven a un equilibrio, y es el tiempo y la frecuencia la que nos permitirá llegar a él”, explica Gutiérrez.
Los antioxidantes
Si nos alimentamos bien podemos obtener los antioxidantes necesarios para el organismo.
- El cuerpo necesita de betacarotenos (presentes en zanahorias y espinacas), el selenio, vitaminas E y C, que se encuentran, entre otros, en los frutos secos, semillas, pescado, lácteos, huevo y champiñones.
- Los vegetales tienen selenoproteínas que permiten la formación de un antioxidante muy potente en nuestro organismo.
Entérate
- La Vitamina E previene procesos de lipoperoxidación (degradación oxidativa de lípidos). Hay antioxidantes que el cuerpo sintetiza y los otros los obtenemos de la alimentación.
- En el envejecimiento perdemos neuronas y masa muscular y hay que estar muy atentos a esto. Las personas que retardan la pérdida de masa muscular mantienen una homeostasis (autorregulación) donde están equilibrados los radicales libres y los antioxidantes.
- La vitamina C puede formar un radical libre y generar más estrés oxidativo en algunas condiciones especiales.
