No, ningún dolor es normal. Por lo tanto, es necesario descubrir qué te lo está generando para tratarlo de reíz y evitar que se complique y se vuelva crónico; es decir, que se convierta en un mal silencioso permanente que puede derivar en padecimientos más graves.
Millones de personas sufren dolores crónicos, asegura Marco Narváez, presidente de la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (Fedelat), en una entrevista para la Agencia Reforma.
“Ese dolor crónico hoy en día se considera una enfermedad por sí misma”, remarca el especialista, pues ocasiona que la persona que lo padece se aísle, al grado de sentirse incapacitada para gozar una vida normal.
Un padecimiento así afecta aspectos fisiológicos y funcionales del paciente. Genera hipertensión, pérdida del apetito e insomnio -con todas sus consecuencias-. Daña sus entornos familiar, social, emocional y psicológico, además del laboral.
Las estadísticas señalan que la población mayor a 50 y 60 años tiene una mayor predisposición a sufrir dolores crónicos por las múltiples enfermedades crónico-degenerativas asociadas al envejecimiento, pero ello no significa que sea normal vivir así.
Por eso la insistencia de los expertos de que, ante cualquier dolor que aqueje a una persona por un periodo prolongado y que no responda satisfactoriamente a tratamientos normales, se acuda con un especialista para que, mediante procedimientos más sofisticados -como la resonancia magnética- se identifique la causa y se atienda de manera oportuna y precisa. (Agencias Reforma)
