Algo tan rutinario como comer no es tan simple para quienes viven con parálisis cerebral. Esta condición ocasiona problemas en el movimiento, el equilibrio y la postura, lo que afecta a la hora de caminar, correr o mantenerse sentado.
También impacta en los músculos que permiten la comunicación verbal y la alimentación.
“Esto hace que la persona tenga dificultad para poder morder, masticar, deglutir”, explica Consuelo Ibarra Rodríguez, médica en rehabilitación y coordinadora de los servicios médicos terapéuticos del Instituto Nuevo Amanecer, en la Ciudad de México.
La consecuencia es una posible desnutrición. La afectación suele ser más grande en niños, pues requieren de mayor ingesta calórica para su desarrollo.
El problema se complica cuando la familia no tiene recursos para comprar los suplementos alimenticios y fórmulas lácteas para complementar su nutrición.
Ni para los medicamentos para atender problemas frecuentes como reflujo y estreñimiento crónico, que también afectan la alimentación.
“El 65 por ciento de las familias que tenemos ganan menos de 10 mil pesos mensuales y tienen otros hijos”, apunta Treviño.
Estudios en países de primer mundo, comenta Ibarra, han registrado que un 25 por ciento de la población de personas con parálisis cerebral tiene algún grado de problema en habilidades para su alimentación.
No existen muchos estudios en México y Latinoamérica. La prevalencia de desnutrición en los pacientes del Instituto en 2019 fue del 40 por ciento. La cifra se incrementó a 61 por ciento para junio 2022, principalmente por la afectación económica de la pandemia.
"De ese 61 por ciento", dice Ibarra, "la mitad está en una desnutrición leve, pero la otra mitad está en una desnutrición moderada o severa".
Con la desnutrición, el desarrollo de los niños se detiene, pues ya no cuentan con la energía para continuar sus terapias.
“Ese estado de desnutrición grave los lleva a un sinnúmero de problemáticas posteriores”, añade Treviño.
“No nada más que se pierdan el tratamiento o que se retrase su desarrollo, sino obviamente son más propensos a cualquier enfermedad, a cualquier situación más complicada”. (Agencia Reforma)
