La suavidad de la piel la puedes obtener de muchas maneras, pero una de las más recomendadas es la exfoliación.
Especialmente en verano, cuando la piel queda más expuesta al sol, nos damos cuenta de que quizá no estamos dándole todos los cuidados que necesita al órgano más grande del cuerpo, que es nuestra piel.
La exfoliación es un proceso que se realiza en el cuerpo y en el rostro para eliminar impurezas y células de las capas más superficiales de la piel, acabando con lo que se conoce popularmente como piel muerta.
Además de hacer que luzca más tersa y suave, la exfoliación permite que cualquier tratamiento aplicado posteriormente, como la hidratación a base de crema, penetre con mayor facilidad.
En verano es especialmente recomendable antes de la época en la que nos ponemos a tomar el sol o después de esta exposición, con el objetivo de poder limpiar todas aquellas impurezas que hayan podido acumularse durante estos meses.
Por qué es importante
Buestra piel es capaz de restaurar las células muertas por otras nuevas de forma natural. Sin embargo, con el paso de los años o por la acción de agentes externos como el sol, nuestra dermis se fatiga, ralentizando esta renovación y siendo incapaz de eliminar todas esas células muertas.
Es entonces cuando surgen los problemas de oxigenación y, en consecuencia, de falta de hidratación, al no absorber correctamente los nutrientes de los productos aplicados.
El resultado, si no llevamos a cabo este proceso, es una piel mucho más seca, apagada y, en definitiva, fatigada
Así, además de asegurar la regeneración de la piel, la exfoliación hace que ésta respire mejor, estimulando la oxigenación celular y permitiendo que sea capaz de absorber los principios activos de los productos aplicados en nuestra rutina de belleza diaria.
